sábado, 9 de junio de 2007

Dudas que no quiero responder

Tocaste la puerta y en ese instante sabia que eras tú. Abrieron y te vi desde el otro cuarto donde estaba sentada. Saludaste, pasaste unos minutos allá y después te dirigiste hacia mí. Tu saludo fue frío, casi como el hielo de mi bebida. Fuimos hacia el otro cuarto a juntarnos con los demás. Me senté en frente de ti, a lo mejor y así me volteabas a ver. Te miro y no me miras, evitas verme a los ojos. Solamente cuando todos salen de la habitación me diriges la palabra de frente. La conversación es del tipo que llaman "small talk". Todos platican, ríen, beben. Yo sólo puedo pensar en una cosa. Mi pie comienza a moverse a un ritmo algo rápido. Después, cruzo la pierna. También comienza a moverse. Ahora mis manos tiemblan un poco. Al parecer, nadie se ha dado cuenta de esto, o no le dan importancia. Respiro profundo, cuento hasta 10 y empiezo a tranquilizarme. Pienso en otra cosa para distraerme y sacar esa duda de mi cabeza.
Pasan los minutos, las horas. Todos siguen platicando, riendo y bebiendo. Ahora yo evito tu mirada, no te hablo directamente, no sé que me pasa. Llega la hora de ir a mi casa. Me despido de ellos y ahora voy hacia ti. Espero una despedida casual, normal y fría, así como fue el saludo. Me acerco con indiferencia, pero termino dándote un abrazo. Lo regresas, pero ya no se siente igual, ya falta algo. Me subo a mi carro y el pensamiento regresa a mi cabeza. Todo el camino esta ahí, molestando! Llego a mi casa, me pongo unos pants, me despinto, me lavo los dientes. La verdad no tengo sueño, pero ya son las 2 de la mañana, así que mejor ya me acuesto. Cierro los ojos y trato de no pensar más. Imposible. Sigo pensando lo mismo por un rato, hasta que por fin me duermo. Pero ahí no termina, ahora, el pensamiento se vuelve un sueño. Despierta, Erika, despierta! Ya no quiero seguir soñando esto! Parece película dramática gringa. Estoy gritándote, pero no alcanzo a distinguir qué. Quiero despertar porque estoy llorando con una desaparición en el sueño. Ya, por favor que esto termine. De repente suena el timbre de la casa. Gracias! Me desperté, por fin. El sueño ha terminado. Pero ahora recuerdo las palabras que te estaba gritando "Di que ya no me amas, por favor!", y un poco de tristeza entra en mi porque la verdad, esas palabras te las quiero decir, pero no puedo, no quiero saber la respuesta. Tal vez sería bueno saber, pero recuerdo que algún día me dijeron que la ignorancia es la felicidad, y a veces es cierto. Mejor me quedo con la duda, ya después desaparecerá, se desvanecerá hacia mi subconsciente y las olvidaré.

1 comentario:

TuliPaN dijo...

Puede ser que la ignoracia sea la felicidad, pero hay quienes buscan la verdad aunque duela saberla, defenderla, luchar por ella, algunos hasta arriesgando hasta la vida.