Poco a poco me fui sintiendo mejor. Las crisis fueron disminuyendo en frecuencia e intensidad hasta desaparecer. Mi salud se mejoró notoriamente y mi alma comenzó a brillar de nuevo. La vida ya no me parecía tan vacía y triste y comencé a socializar un poco. Retomé las actividades que me gustaban antes.
Un buen día, ya bastante tiempo después, desperté de buenas y decidí que la vida es para vivirla y no para sobrevivirla. Desde ese día, hubo un gran cambio dentro de mí y ahora veo las cosas de forma diferente. Siempre me enfoco en las cosas positivas, le trato de sacar provecho a todo y aprendo de cada momento y situación. Con este cambio de actitud, mi vida ha dado un giro enorme, y lo que antes era cuesta abajo ahora va cuesta arriba. Mi año comenzó con situaciones horribles pero ahora sé que todo lo que pasa en la vida tiene un por y para qué. A pesar de que sufrí mucho, aprendí bastante más, y por eso estoy muy agradecida.
Hoy soy una persona más fuerte, algo más madura y ya salí del hoyo tan profundo en donde estaba. Aún me falta tiempo para estar realmente bien, pero estoy contenta con mi progreso.
Realmente espero que este año siga mejorando porque aún me falta mucho por crecer y aprender. Por el momento, sólo doy gracias por no haber hecho alguna estupidez y por seguir aquí, viva y sin fingir sonrisas.
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