miércoles, 16 de julio de 2008

¡Que se me quema!

Estoy postguardia, algo cansada, apenas llegando a mi casa. Entro, de inmediato me quito los zapatos (amo andar descalza) y depués dejo mis cosas en la sillita de la entrada, la cual lleva esperando casi 1 año a que le ponga relleno a la funda que reposa sobre ella. Paso hacia la cocina me asomo por la ventana de la puerta a ver qué desastre ha hecho Gordo, mi cachorrito. Todo parece normal. Salgo, lo saludo y limpio el patio en donde se quedó desde ayer a las 7 de la mañana. Le sirvo su comida y le cambio el agua. Regreso a la cocina y me lavo las manos (excelente habito que he adquirido como médico, aunque algo pésimo para mi pobre piel que comienza a sentirse acartonada por más crema humectante que le ponga). Titubeo un poco al decidir qué me cocinaré el día de hoy. Abro el refri y me doy cuenta de que no he ido al súper. En el congelador encuentro unas milanesas de res, una tortita de espinacas con queso y granitos de elote y una bolsa de verduras mixtas. Creo que con eso bastará. ¡Dios bendiga el microondas! Todo se descongela en 2 minutos. La carne y la tortita pasan al sartén, donde hay un poco de aceite de oliva muy caliente. ¡Dam! Ouch, siempre me pasa, las gotitas hirviendo saltan hacia mi brazo generando una sensación de ardor q tanto odio. Las verduras regresan otros 3 minutos al micro para que se cocinen "al vapor". Suena mi celular y voy a contestarlo (creo que son contadas las veces que lo dejo sonar, podría decir que el 99% de las llamadas las contesto). Veo mi computadora y la prendo. Vaya, por fin tengo internet. Me pongo a babosear en los blogs de costumbre, abro el messenger para ver si hay alguien a quien quiera saludar... al parecer, no. Reviso mi correo, y al hacerlo, me llega un olor raro, lo ignoro unos minutos hasta que es demasiado y de repente recuerdo. Corro hacia la cocina para ver un montón de humo saliendo del sartén... ¡Noooo! Apago la estufa y rápidamente saco la carne de ahí. La volteo para ver qué tanto fue el daño y siento un gran alivio. Es comestible. Me reí un poco de mi misma y porque recordé las palabras de la madre (a quien estimo muchísimo) de uno de mis amigos... "No está quemada, esta d o r a d i t a".

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