Ahora que estuve en México por fin me decidí a desempacar las 4 últimas cajas que quedaban en mi cuarto. Las había dejado "para después" porque contenían pura papelería. Cuadernos viejos, apuntes de la universidad, copias de artículos, propagandas de medicamentos, etc etc etc. Pero la caja a la que más le temía era a la de las cartas.
Durante muchos años había acumulado bastantes cartas, de diferentes personas, de diferentes épocas de mi vida, y todas ellas estaban acumuladas en esa caja, la cual, desde hace mucho tiempo estaba "pendiente por organizar".
Bueno. Llegó el momento de depurarla y guardar sólo aquellas cosas que en realidad sirvieran. Poco a poco fui sacando y leyendo las cartas, una por una, recordando los momentos, las vivencias y los sentimientos que me generaron en algún tiempo.
La verdad me divertí muchísimo organizando esa caja, aún cuando decidía tirar algunas hojas y guardar otras.
Pasé horas y horas hasta que llegué a la parte más temida...
Tenía mucho tiempo sin abrir esa carpeta por miedo a que se abriera dentro de mí un mar de sentimientos al ver las fotos y la verdad no estaba segura de querer leer aquellas palabras que en su momento significaron tanto. Yo sabía que eran palabras sinceras, privadas, sólo entre dos. Palabras que se escribieron de un alma hacia otra y que esas almas en ese momento no eran dos, sino una misma fusionada.
Eran mis cartas de amor.
Titubeé un poco, pero finalmente, y con calma, me senté y leí todas y cada una de ellas. Desde una hoja llena de puros "Te amo", hasta la última carta de "Adiós". Muchos años de mi vida en unas cuantas hojas que me hicieron sonreír, enojar, llorar y reír. Pero lo que más me sorprendió fue que mi reacción al terminarlas no fue la que siempre imaginé que sería, fue mejor.
Guardé esa carpeta junto con otras cartas en una nueva caja, mejor ordenada, lista para recibir nuevas cartas en el futuro.
Nunca tiren sus cartas de amor, consérvenlas y de vez en cuando léanlas.
Vale la pena.