Nunca la vida, siempre la muerte,
siempre lo débil y nunca lo fuerte.
De paso y de prisa, sólo corriendo,
siempre soñando y nunca viviendo.
Lo fácil, lo corto, lo vano,
siempre evitando mi lado humano.
Jugando con fuego, quemándome siempre,
dolor esquisito que cómo me enciende.
El olor a piel, el sabor a sal,
batalla infinita entre el bien y el mal.
Mis plumas son blancas, mi alma de cuervo,
instinto de lobo con cara de ciervo.
Me cierro completa, de pies a cabeza,
la mente bien fría, elijo a mi presa.
Versos y prosas y cosas sabrosas,
cuentos de reinas, princesas y diosas.
El alma calienta, genera calor,
se vuelve sedienta de afecto y amor.
Suspiros y flores y grandes amores,
y hullo por miedo, por grandes temores.
Y termino siendo lo que siempre he sido,
un ave sin alas cayendo del nido.
Siempre un instante, un corte en el tiempo,
un parpadeo, un simple momento.
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