martes, 1 de abril de 2008

Un sábado no tan común

El sábado pasado, 29 de Marzo, tuve un día muy a gusto.
Comenzó todo a las 10 de la mañana, cuando llegó Mariana por mí para ir a Tepito a cometer actos ilegales. Sí, soy una delincuente, lo acepto, pero mi pobreza no ayuda mucho en mi adicción y en ese lugar todo es más barato. En fin, llegamos a ese tianguis gigantesco entre 10:30 y 11 de la mañana. Recorrimos varios puestos, le echamos ojito a la mercancía de varios puestos, hasta que llegamos a nuestro destino principal. Hicimos nuestras compras, mientras que el vendedor nos hacía la plática y nos daba sus recomendaciones. Después de hora y media y de gastarme 215 pesos (por eso me estoy quedando pobre), pasamos a retirarnos del establecimiento, pero no sin antes hacer escala en unos tacos de cochinita deliciosos (buenos para la dieta, ja!).

Emprendimos camino sobre Reforma hacia la Gineco 4, donde nos esperaba un largo día de guardia.

Llegamos ahí como media hora antes de que empezara nuestro turno, por lo que empleamos el resto del tiempo en refrescarnos (porque hacía, y sigue haciendo, un calor del demonio) y para vestirnos con esos adorables atuendos azules, que son nuestras pijamas quirúrgicas. Para mi sorpresa, mi pantalón me quedó un poco ajustado de la parte trasera debido a que recientemente aumenté 3kg (No me quejo porque me veo más sana y mis pompas han regresado... se fueron de paseo un ratito, jajajaja!). Mariana se burló de mí un rato, pero no le dije nada porque seguramente fue por envidia (jajajaja, sorry!).

Después de unos minutos, la otra Mariana y su novio Erick nos llamaron por el celular para avisarnos que también habían llegado y que nos estaban buscando. Llegaron al área de los casilleros, se cambiaron y todos nos fuimos a sentar a la sala de descanso para esperar a Poncho, Ale y Mau.

Llegaron y nos metimos a la Toco (unidad tocoquirúrgica), en donde la mayoría de las pacientes están en trabajo de parto, entre otras cosas menos comunes.


No había pacientes. Pasaban los minutos, las horas y nada. De repente, nos avisaron que harían 2 cesáreas y todos corrimos (bueno, no literalmente) hacia los quirófanos. Nos dividimos en las 2 salas de operación y observamos los veloces 20-30 minutos que toma abrir a una mujer y sacarle a su bebé. Tomé fotos y video para después analizar las técnicas quirúrgicas y de reanimación neonatal, y porque me encanta ver nacer microhumanitos!

Regresamos a la Toco y todo iba lento, no llegaban pacientes. Así estuvimos varias horas.
De vez en cuando salía alguna paciente. En total, vimos 2 partos, uno que duró no más de 5 minutos, lo juro. La mujer se acostó, pujó y salió el bebé sin problema alguno. En el otro parto tuvieron que utilizar fórceps (un instrumento todo antaño y violento que ya casi nadie utiliza) porque el bebé estaba muy grande y no salía, lo que podría llevar a sufrimiento fetal y a un aumento en la morbimortalidad materna (uy, eso sonó muy doctoresco jajajaja). Como es raro que suceda esto, TODAS las personas del servicio estaban observando atentamente a la pobre señora, entonces, como se imaginarán, la sala de expulsión, que de por si no es muy grande, estaba atascada. Yo podía ver sólo a través de un pequeño huequito que se hacía entre la cabeza de la Dra. que estaba atendiendo y el brazo del médico de base que estaba ayudando. La vista no era excelente, pero pude ver lo que tenía que ver. Gracias a las fuerzas superiores, todo salió muy bien.

Horas después, escuché a una de la enfermeras comentar que la paciente de los gemelos ya estaba en quirófano. ¿ Cuándo había llegado esa paciente y por qué no nos habíamos enterado? Obvio, Mariana y yo salimos corriendo de nuevo (ahora sí, literal) hacia quirófanos, avisándole a nuestros compañeros sobre el acontecimiento. Llegamos a la sala, nos acomodamos y observamos cómo ocurrió el milagro de la vida de 2 personitas. La verdad me emocioné un buen porque nunca había visto nacer gemelos porque es raro que se presenten. Así que tuvimos mucha suerte. Lo grabé todo (luego subo el video). Dos niños sanos y hermosos llegaron a este mundo. La madre, por supuesto, estaba muy contenta, aunque bajo los efectos de la anestesia. Yo... a pesar de que mantuve la calma, estaba hiper emocionada y contenta. Cómo me encanta ver esto.

Con el paso del tiempo y la falta de actividad, nos fuimos a la salita de descanso a ver una película. Para esto, ya eran como las 2 de la madrugada del Domingo. Unos 15 minutos antes de que se terminara la peli, la batería de la computadora se acabó y todos nos quedamos en suspenso y sin saber el final.

Mariana y yo regresamos a la Toco a ver si de casualidad ya habían llegado pacientes. Pera nuestra sorpresa, el Dr. de base nos vio y nos llamó para que exploráramos pacientes.

Perfecto! Algo que hacer. Preguntas y tactos vaginales. No es agradable para las pacientes, pero es algo que debemos hacer para evaluarlas. Recuerdo que los primeros tactos que hice no entendí nada, sólo sentía, aunque suene cliché, mojado y calientito. Pero con la práctica, he aprendido a diferenciar las estructuras internas y sé reconocer cuando hay alguna anormalidad.

Sólo vimos a 4 pacientes y, como no había nada más, el Dr. nos dejó salir. Cansados, desvelados, sudados y demás, cada quién agarró camino para su casa.

Los que vivimos en el norte de la ciudad, casi le mentamos la madre a Poncho porque él vive como a unos 10 minutos máximo del hospital y no corre tanto riesgo de que algún borracho se le estampe a medio camino como nosotros. De hecho, a la altura de Polanco, vimos 3 camionetas grandes, negras, polarizadas que nos asustaron bastante, pero no pasó nada. Después un señor de aproximadamente 60 años iba manejando en zig-zag por periférico y casi nos choca. Tampoco pasó nada más que un susto.

Después de la repartición de personas, llegué a mi casita bien cansada, con sueño, adolorida de estar de pie tanto tiempo, medio agripada (por cierto, Poncho, espero que este bicho gachupín que nos contagiaste no sea mortal!) y desvelada. Pero luego de deshacerme de mi ropa de trabajo, lavarme la cara, los dientes y ponerme la pijama, me di cuenta de que estaba muy contenta a pesar de todo, y que realmente me gusta esto de cachar niños. Lo más probable es que a eso me dedique, pero aún falta tiempo, aunque no mucho.


Así pasé el Sábado y parte del Domingo pasados, mientras que mis amigos se reunían a tomar unos tragos y reírse de historias viejas en casa de alguno de ellos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

que miedo ir a Tepito... nunca es muy bueno ir. por qué ir comprar cosas robadas??

alguien tuvo que sufrir para que tu encuentres tus cosas más baratas.

Mars!!! dijo...

Ok jajaja no se quien es esta persona pero q hostilidad jajaja la mayoría de las cosas q hay en tepito si, son robadas pero jaja no t has dado cuenta en q pais vives? jaja es una grann mafia y todos estan relacionados..por lo tanto nadie se daña es mas.. los mismos polis ya tienen en mente q cosas estan destinadas para estos establecimientos.. en fin... si Pere siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii t tengo envidiaaaa!!!! x tus mega nalgas! ya ni modo! y si nos la pasamos poca madre!!!!

Anónimo dijo...

Que mentalidad la tuya Mars, tu llevas destinados $100 o $200 para el ladrón cuando sales de tu casa?, digo.... por si te asaltan, no?

Las pérdidas a las empresas también cuentan....

Por eso estamos como estamos.

Erika dijo...

Siempre hay que estar preparados para todo. Eso de llevar $ para el asaltante no me parece mala idea, aunque es algo triste que hasta ese punto hemos llegado.

Y lo de Tepito... mmm hay que verlo desde el punto de vista de Robin Hood...

Anónimo dijo...

jajajaja Robin Hood, tengo que aceptar que eso fue gracioso.

Aún así no comparto la idea. Es totalmente ilógico tener la mentalidad de resignarse a (citando a mars!!!):

"no te has dado cuenta en q país vives?"

Y mucho menos a creer que alguien debe robar para los pobres......

TuliPaN dijo...

Y qué bien te ves con tu uniforme de doctora!!; )

Anónimo dijo...

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