Sé que hay algo dando vueltas en tu mente, que te causa conflicto, confusión, miedo y desesperación.
Puedo escuchar en el tono de tu voz que quieres contarme algo. Pero sé que no lo harás, o al menos no directamente.
Me cuentas pedazos de los hechos para darme una idea de lo que te pasa.
No soy nadie para pedir más explicaciones, pero basta con lo que me dices, sé lo que sientes. Te conozco tanto.
Me haces preguntas cuyas respuestas dices saber que tengo. Sé lo que quieres escuchar, pero aún así no te lo digo, y no sé por qué.
Mis respuestas son honestas, aunque con el sarcasmo que utilizo últimamente.
Tu sabes aquellas respuestas, sólo que quieres que yo te las diga. ¿Por qué yo? No lo sé.
No sé con seguridad la razón por qué no me lo cuentas directo, pero me lo imagino (y sonrío).
No me lo dices... pero lo sé.
Y lo único que te puedo decir en este momento es sencillo:
Escucha a tu corazón.
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