Olivia estaba sentada, trabajando en su oficina como cualquier otro día, cuando de repente llegó su amiga Clara para invitarla a un desfile de modas. Como era de costumbre, aproximadamente 2 o 3 veces al mes asistían a esos desfiles, ya que su amiga era modelo. A Olivia siempre la invitaban a participar, pues era una mujer muy guapa, pero como era muy tímida, rechazaba todas las ofertas.
Después de unos minutos de convencimiento por parte de Clara, por fin Olivia aceptó ir esa noche.
Preocupada por la hora, Olivia terminó de arreglarse, guapa como de costumbre. Se puso un vestido azul marino con un cinturón ajustado a la cintura y unas balerinas blancas que acababa de comprar pocos días atrás. Tenía una belleza clásica, elegante, tes blanca y cabello negro, unos ojos que podían decir todo y nada a la vez. Era más alta que el promedio de las mujeres en México. A donde fuera, siempre llamaba la atención, y esto la incomodaba un poco.
Mientras tanto, Clara y sus 2 amigos batallaban por llegar a casa de Olivia, porque a pesar de que la frecuentaba seguido, nunca lograba encontrar el camino correcto y siempre se perdía. Los amigos ya estaban un poco desesperados por la desorientación de Clara, pero finalmente emocionados por el evento al que asistirían. Después de varios minutos, por fin llegaron a casa de Olivia, quien esperaba tranquilamente sentada en su sala leyendo un libro.
Sonó el timbre y ella bajó hacia el carro. Notó de primera instancia, que el carro era diferente al que conocía, un Lincoln Continental, y después se dio cuenta que el conductor no era el amigo de siempre. El amigo que venía en el asiento del conductor se bajó a abrirle la puerta de atrás, ya que a Olivia le gustaba ir en el asiento trasero.
Durante todo el trayecto fue observando a esta nueva persona de ojos verdes y cabello rubio. Al parecer, el joven era de buen ver, unos cuantos años mayor que ellas, pero eso parecía no tener relevancia.
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