Hay sacrificios que uno tiene que hacer para conseguir lo que uno quiere.
En mi caso, es dejar atrás el cielo azul, el mar y las palmeras verdes, sustituyéndolas por cielo gris, tránsito y edificios de concreto... es el precio que debo pagar para continuar con mi preparación académica y profesional.
Se acerca la fecha de mi partida hacia la Ciudad de México. No la espero con mucha emoción. Para ser sincera, no me quiero ir. Lo único que me motiva es que veré a mi familia, mis amigos y que tomaré un curso de preparación para el examen nacional de residencias médicas.
Otra buena noticia es que al parecer, se abrió este año la residencia para medicina familiar acá en Puerto Vallarta, lo que me hace realmente feliz y me anima a echarle mil veces más kilos a la estudiada para lograr obtener esa plaza.
En fin. Sacrificios llevan a recompenzas. Esperemos.
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